jueves, 22 de noviembre de 2012

Concierto en Cáceres de love of lesbian, el columpio asesino y dj man pop


Reseña del concierto de LOVE OF LESBIAN, EL COLUMPIO ASESINO, DJ MAN POP

Sábado 17 de noviembre, Pabellón Multiusos, Cáceres


      Love of Lesbian son grandes.  En sus conciertos ya no necesitan entregarse en cuerpo y alma para estremecer a su público, porque a su público le tiembla el corazón mucho antes de que suene el primer acorde. Aún así la entrega fue total en su primera visita a Cáceres en un concierto compartido con El Columpio Asesino y organizado por la Asociación Cultural Avuelapluma.

     Comenzaron los navarros. Cargados de guitarras y actitud para hacernos bailar toda la noche, dieron un repaso a los temas más intensos de sus últimos discos, sin olvidarse del explotado y efectivo “Toro”. Los galardonados con cinco Premios de la Música Independiente de este año (entre ellos mejor directo), vibraron en el escenario cacereño más que ningún alma en una fría cancha de baloncesto que no llegaba ni de lejos a la mitad de su aforo. La carencia de una figura de cantante líder la suple con creces la energía vocal de Álvaro Arizaleta desde esa batería que ametralla con una precisión pasmosa, pero sobre todo el aura de sensualidad con la que Cristina Martínez se estremece, acaricia y desgarra su Telecaster desde el centro de la escena y que a mí, personalmente, me dejó embobado en más de un tema. Sin embargo, su propuesta no acabó de cuajar del todo como en otras ocasiones, básicamente por dos razones: la excesiva reverberación del Pabellón Multiusos (inapropiado para un directo basado en un sonido atmosférico y que, salvo en las primeras filas, resultaba bastante opaco y difuso) y la impaciencia de los lesbianitas por ver sobre el escenario a su grupo favorito (el fanatismo es lo que tiene, ciega en todos los ámbitos, incluido el musical).


     En el intervalo entre los dos grupos, Dj Man Pop se encargó de amenizar el ambiente hasta que a las 00:30, con puntualidad kantiana, unas barras de luz roja en la oscuridad del escenario anunciaban el momento más esperado. “La noche eterna” abrió el telón como presagio de una noche intensa (2h y 15 min de concierto, veinticinco canciones) para deleite de los casi dos mil asistentes al recinto que corearon al unísono cada frase desde el principio.

     El recital tuvo tres partes bien diferenciadas por su cadencia. En la primera, la más larga, intercalaron los temas más redondos de su último disco, La noche eterna. Los días no vividos (“Belice”, “El hambre invisible”, “Los seres únicos”), con los clásicos más esperados (“Donde solíamos gritar”, “Segundo asalto”, “1999”) y con sorpresas como “La niña imantada”, “Los colores de una sombra” o la hermosísima “Domingo astromántico”, con la que nos pusieron los pelos de punta a más de uno. Hay que decir que no todas las sorpresas funcionaron (“Si salimos de esta”, uno de los temas más flojos de su último disco, no entró ni con calzador a pesar de hacer una oportunista y forzada referencia a la crisis económica), pero la evidencia es que, a día de hoy, su propuesta resulta una fórmula infalible gracias a un vasto repertorio en el que cuentan con muy pocas fisuras. A destacar también en esta parte el swing de “Pizzigatos” por ser la primera vez que la interpretan en directo, y sobre todo la grandiosa “Wio”, exquisito retrato de la incomunicación urbana y el insomnio radiofónico cuya atmósfera de misterio han sabido llevar muy bien al directo con Theremín incluido para la ocasión.

     La segunda parte fue una perfecta traca final de siete temas antes del bis con la que pusieron a saltar a todo el mundo durante más de media hora, desde la siempre efectiva “Las malas lenguas” hasta la divertidísima “Los toros en la Wii”, pasando por “Nadie por las calles”, uno de los mejores temas no solo de su último disco sino de todo su repertorio y que seguro se convertirá en un clásico de sus conciertos; “Me amo”, “Club de fan s de John Boy”, en la que Santi se abrazó una vez más al público hasta ser engullido por la masa; “Algunas plantas”, perla final de anteriores giras en las que se limitaban a darle al play marcándose una coreografía y que en esta ocasión la han rescatado para hacerla en vivo cambiando las risas por la locura colectiva; y “Si tú me dices Ben, yo digo Affleck”, con videoclip recién estrenado (en el que se han pasado de rosca con el LSD en la tortilla), fue el punto álgido de la noche con un memorable Balmes reinona de la pista, bailando (por decirlo de alguna manera) con una ristra de sujetadores colgando de su cuello.
     Tras los gritos entusiastas de la comunión final de ”Toros en la Wii” (“fantásticoooooo, parapaparaparapa”), el grupo catalán se despidió con intención manifiesta de volver para un último asalto, y es aquí donde creemos que el show no estuvo muy acertado. La tercera parte fue anunciada como el adelanto de un nuevo formato de conciertos para salas, quizás más intimista, un formato que no nos queremos perder y en el que seguro que vuelven a sacudirnos la fibra, pero que quizás estaba fuera de lugar para acabar este concierto, sobre todo después de la media hora anterior en el que habían dejado al público más que excitado. Tres canciones para un bis cargado de melancolía: “Brindemos por los días no vividos”, nos invitó Balmes al final de dicho tema logrando por última vez en el concierto esa conexión tan especial entre el grupo y su público. Le siguió “La parábola del tonto”, hermosa canción de su segundo disco en castellano, y como broche, la sobrevalorada “Oniria e Insomnia”, tedioso y soso tema que baja el nivel de su último disco y que, insistimos, no nos parece ni de lejos el más eficaz para cerrar un recital sobresaliente, sobre todo si para ello dejan de tocar el enorme “Incendios de nieve”, quizás la omisión que los presentes echaron más en falta.


     Finalizado el concierto quisimos recoger la impresión de algunos de los asistentes. “¡Me ha encantado! Aunque me ha faltado Incendios de nieve, mi favorita”, nos contaba Esther. Por su parte, Lucía quiso destacar las canciones inesperadas: “Soy muy fan de LOL, los he visto ya tres veces y me ha sorprendido mucho el repertorio. El final no me ha gustado, me ha parecido muy lento”. Otro fan nos comentaba entusiasmado: “¡Me llevo la baqueta del batería! Dos horas y cuarto de Love of Lesbian en estado puro, entregados al público como siempre. ¡Brindemos por los días no vividos!”.  Seguro que, como nos ocurrió a todos en algún momento, muchos escépticos se acercarían esa noche invitados por algún amigo fan y acabarían como el protagonista de John Boy (“…y ahora ya soy, y ahora ya, ya lo soy”).
     Gran concierto de un grupo grande que da siempre lo mejor de sí, un grupo que disfruta en el escenario con el entusiasmo de unos novatos, pero con el bagaje de los que saben de qué va esto. Un grupo que podría alcanzar la perfección absoluta en sus conciertos y el aplauso fácil tirando solamente de sus innumerables hits, pero que prefiere (además) buscar la chispa del asombro con su consiguiente riesgo. Y eso les hace aún más grandes. Un grupazo.



















Crónica: Jose A. Perera
Fotos. Gemma Guerra.

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